domingo, 25 de mayo de 2014

Y a ti, ¿Qué te sorprendió esta Semana Santa? Testimonio 3.


Mi experiencia de misiones en las parroquias del valle, buzanada y la camella fue bastante buena y sobre todo bonita, era la primera vez que me iba de misiones a algún sitio y la verdad es que no podría estar mas agradecido al señor por darme esta oportunidad y muy feliz de estar allí y además el párroco de all, Ismael nos trato como burgueses asi que no podía pedir mas.
Lo que mas me sorprendió fue ver como vivian la fe, en cada misa, las parroquias estaban llenas. Casi tenias que reservar un asiento y ver eso me sorprendo bastante.
En lo personal quisiera añadir que me toco el corazón ver a los chicos de confirmación participando en cada dinámica y comprometidos al máximo, y supuso una especie de retoque en mi vida esta experiencia porque disfrute como un niño pequeño y cada vez veo mas cerca a Jesús.

lunes, 5 de mayo de 2014

Y a ti, ¿Qué te sorprendió esta Semana Santa? Testimonio 2.

ALBA GUTIÉRREZ MARRERO (16 años)
Nunca me ha gustado pensar en cómo escribir algún episodio de mi vida. Aunque parezca mentira, al intentarlo me siento ridícula, estúpida. Me atemoriza pensar que alguien pueda reírse de mí por ello o incluso utilizarlo como mi punto débil. Pero, sin embargo, aquí estoy haciéndolo. La pregunta es ¿por qué?... Dudo mucho que pueda responderla con una oración, pues solo me hace falta una palabra: Dios.
Si… Mi Dios. A penas escribo tu nombre y no puedo evitar que lágrimas caigan por mis mejillas al unísono que mi bolígrafo derrama tinta por este papel. Señor, cada día me pregunto cómo es que me quieres tanto, como tu misericordia puede ser tan grande como para perdonar todas esas veces que te he faltado, cómo Señor.
Esta Semana Santa me los has demostrado. Tan sutil, tan paciente, tan esperanzado. Así ha sido mi semana… ¡MARAVILLOSA SEMANA QUE ME HAS HECHO PASAR! ¡He dejado que te acercaras a mí, Señor, por primera vez en mi vida! ¿Cómo he podido vivir sin tu amor? Y es que yo misma me respondo, pues nunca has dejado de dármelo. Pero por fin, tu mano, marcada de tanto colgar, yo he cogido ¡Y cómo la cogí, Señor, que no voy a soltarte!
Te negué tres veces, te vendí, huí, te dejé solo… Manché tu rostro con pintura roja, como la sangre que tú derramaste por mí un día. ¿Es casualidad este amor que duele? No lo creo. Creo, fielmente, que es la causa, Señor, de agradecerte de corazón, y de seguir haciéndolo hasta que duela (aún más), hasta que ya no queden días para demostrártelo, que sí, que te amo y que mi vida la diriges tú, le das sentido tú y la mantienes tú.

Gracias “Diosito”, por encontrarme al principio del camino y mostrarme la maravillosa sensación de entrega por los demás, siempre a través de ti.